Una estructura flexible, la clave del éxito de la empresa familiar

Estructura de una empresa familiar
Índice

La estructura organizativa ha de responder a las necesidades de la empresa en el momento presente y también a lo largo del tiempo. Aunque se caracterice por su sencillez, un esquema muy habitual en las pequeñas empresas, la solidez puede e idealmente debe ser un valor compatible con la flexibilidad para hacer frente a nuevas situaciones.

Adaptar la estructura organizativa a los cambios y nuevas necesidades permite amoldarse a las circunstancias de forma organizada, evitando un comportamiento caótico que resulte disfuncional y, en suma, haga perder competitividad y lleve a una dinámica negativa que amenace incluso la supervivencia de la empresa. Puesto que una empresa es algo vivo, en constante evolución, mantener la misma estructura que en sus inicios genera importantes problemas. En caso de producirse un aumento de tamaño, nuevas necesidades o cualquier otro cambio de escenario, no adaptar la estructura o hacerlo de forma inadecuada acabará obstaculizando un crecimiento que, con una estructura idónea, sería una fuente de riqueza y nuevas oportunidades de negocio. No en vano, la importancia de la estructura organizacional va más allá del simple reparto de roles. Como marco general de trabajo configura la forma de comunicarse y trabajar para conseguir las metas empresariales, dentro de una estrategia diseñada a partir de los principios expuestos en el protocolo familiar, que también ha de ser flexible y permitir su actualización.

 

 

Adaptarse a los cambios

Los principios latentes de la estructura organizacional son los que en realidad la determinan, y lo mismo ocure con los métodos y formas de trabajar o procesos que se establecen para su adecuado funcionamiento. De este modo, la alteración de la estructura organizativa también conlleva el cambio de esos principios clave que explican y dan sentido al organigrama, con el fin de mantener su flexibilidad y así dar respuesta a las nuevas necesidades de la empresa. Son muchos los elementos o factores que dejan caduca una estructura organizativa, desde las necesidades de los clientes, el crecimiento de la empresa o de un departamento concreto, la profesionalización de los trabajadores, las nuevas tecnologías o, cómo no, las cambiantes condiciones del mercado. En este último caso, las circunstancias pueden ser desde las exigencias logísticas de una decisión de internacionalización hasta las mismas presiones ejercidas por viejos o nuevos competidores.

Propiciar los cambios

Visto desde un enfoque opuesto, fundamentalmente ofensivo, el cambio también puede propiciarse a través de una estructura flexible que permita una actuación capaz de organizarse del modo requerido para conseguir una serie de metas, cuya consecución puede exigir, a su vez, nuevos cambios. Con este planteamiento, la estructura se consideraría no tanto un modo de adaptarse a los cambios, sino una forma estratégica de utilizar el capital humano y organizacional para lograr objetivos. Un método, en suma, que suponem realizar modificaciones en la distribución de responsabilidades, así como en la comunicación y disposición de los recursos. Cabe concluir, por lo tanto, que una empresa necesita una estructura organizacional dinámica y flexible para poder dar respuesta a los cambios que ha de afrontar o que pretende conseguir. Ser capaz de adaptarse, sin embargo, no es sólo cuestión de simple supervivencia, pues esa adaptación o modificación para lograr objetivos pueden acabar siendo una ventaja competitiva, clave para alcanzar el éxito.  

 

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