Definición y componentes básicos del marketing personal
Todos los días, seamos conscientes o no, transmitimos una imagen de lo que somos. El solo hecho de vivir en sociedad implica relacionarnos, comunicarnos, asociarnos y, en términos generales, mostrarnos tal y como somos. Esa imagen, que en principio no tiene por qué ser elaborada, es la materia primera del «marketing personal». Se trata de una modalidad del marketing tradicional que supone la elaboración de un perfil individual en función de unos objetivos específicos, como por ejemplo la búsqueda de empleo. Es decir, este tipo de marketing trabaja con la marca personal, un elemento que en los últimos años ha sido objeto de numerosos estudios en disciplinas como la psicología, la mercadotecnia, la comunicación, la publicidad, entre otras.
Marketing personal: ¿cómo potenciar el perfil individual?
Lo que conocemos como «marca personal» es, en realidad, la suma de varios elementos que hacen parte de nuestra identidad. En ella confluyen tanto los aspectos físicos como otros relacionados con el carácter y la personalidad. Sin embargo, cuando hablamos de marketing personal, es claro que hay un predominio del aspecto laboral o profesional. Toda marca personal implica una elaboración y una proyección en pos de un beneficio que, generalmente, se enmarca en estas dos áreas. No siempre es así, aunque sí que es una tendencia. Se trata, en últimas, de resaltar aquellas cualidades, talentos o aspectos más fuertes de cada persona y ponerlos al servicio de un proceso o contexto específico. Antes de iniciar la elaboración de la marca personal, es necesario reparar elementos como:
- Identificar los objetivos de la marca. Nadie crea una marca personal de la nada o sin tener un objetivo en mente. Lo más importante es tener claro qué persigue la estrategia y hacia dónde va dirigida.
- Definir fortalezas y debilidades. Las personas deben saber con cuáles son sus debilidades y fortalezas. En este caso, se trata de sacar brillo a estas últimas y potenciarlas para alcanzar el objetivo que se ha definido en el punto anterior. En cuanto a las debilidades, el trabajo debe consistir en analizar cuáles de ellas pueden ser reconvertidas.
- Todo lo que hacemos o decimos cuenta. La manera en que vestimos, los colores con que lo hacemos, los gestos, las palabras, el tono que empleamos a la hora de comunicarnos, la mirada y todo cuanto decimos construyen la imagen que proyectamos ante los demás. La marca personal debe ser coherente y tener todos estos elementos alineados en torno a un mismo objetivo.
- Definir los formatos para la difusión. Toda marca debe tener un formato para su difusión. Los formatos son el vehículo mediante el cual la imagen que se ha elaborado llega a sus destinatarios. Por ejemplo, si el objetivo es elaborar un perfil de redes sociales, lo más adecuado será hacer una buena presentación en medios visuales, ya sea una fotografía o un vídeo.
- Mantener la marca personal en el tiempo. La escritora Doris Lessing dijo alguna vez: «No escasea la inteligencia, sino la constancia». Parte del éxito de una marca personal está en su permanencia en el tiempo. De nada vale elaborar una imagen fuerte que luego acabe diluyéndose. Además, es importante que el marketing personal mantenga los mismos valores o principios; no es bien visto que una marca cambie constantemente en sus aspectos esenciales.
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