El Síndrome del trabajador quemado

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La alteración de los entornos de trabajo, el equilibrio entre las expectativas del teletrabajo y muchos otros factores, han provocado que los trabajadores se agoten mental y físicamente con sus trabajos, algo que se conoce como síndrome del trabajador quemado. Te contamos en el siguiente artículo en qué consiste exactamente y cuáles son sus signos.

 

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¿Qué es el síndrome del trabajador quemado?

El síndrome del trabajador quemado es una afección experimentada por trabajadores y otros profesionales, en la que desarrollan síntomas similares a la depresión como resultado de aspectos de su función. Este síndrome se puede manifestar mostrando signos de agotamiento físico, mental y/o emocional como resultado del estrés relacionado con su trabajo o lugar de trabajo.

Asimismo, los factores estresantes de un trabajo o lugar de trabajo que causan el síndrome del trabajador quemado pueden afectar a la vida de una persona de diversas maneras. De hecho, se pueden llegar a desarrollar una serie de posibles síntomas fisiológicos y psicológicos que afectarán significativamente a su calidad de vida en general.

Etapas del síndrome del trabajador quemado

El agotamiento no es una aparición repentina de sentimientos. De hecho, los pensamientos, sentimientos y acciones de una persona progresan a través de una serie de etapas. Bien es cierto que, al principio, pueden no parecer gran cosa, pero con el tiempo pueden llegar a desembocar en una fase que dificulta el desempeño de las obligaciones laborales de un trabajador.

1.   Fase de luna de miel

Al igual que la fase de luna de miel en un matrimonio, esta etapa viene acompañada de energía y optimismo. Tanto si se trata de empezar un nuevo trabajo como de abordar una nueva tarea, es habitual experimentar una satisfacción que da lugar a periodos de productividad y a la capacidad de explotar tu lado creativo.

2.   Inicio de la fase de estrés

Con el tiempo, la fase de luna de miel se desvanece y se empieza a experimentar estrés. No cada segundo del día es estresante, pero hay momentos más frecuentes en los que el estrés se apodera de uno mismo. Cuando empiece esta fase, hay que fijarse en cualquier signo físico o mental. Puede que se empiece a perder la concentración con más facilidad o a ser menos productivo a la hora de completar tareas. Físicamente, la fatiga puede empezar a aparecer, haciendo más difícil dormir o disfrutar de actividades fuera del trabajo.

3.   Fase de estrés crónico

En este punto el estrés se vuelve más persistente o crónico. A medida que aumenta la presión, es muy probable que esto afecte sistemáticamente al trabajo. Lo más común es tener sentimientos de apatía, no terminar el trabajo a tiempo, llegar tarde o procrastinar durante las tareas. También es común que socialmente se aleje de las conversaciones y pueda llegar a enfadarse, incluso llegando al extremo de que estos sentimientos le acompañen hasta casa.

4.   Fase de agotamiento

En esta fase la persona llega al límite y ya no puede funcionar como lo haría normalmente. Los problemas en el trabajo empiezan a consumirle hasta el punto de obsesionarle. A veces, también puede sentirse insensible y experimentar dudas extremas sobre sí mismo. Los síntomas físicos se vuelven intensos, con dolores de cabeza crónicos, problemas estomacales y gastrointestinales. Los amigos y familiares también pueden notar cambios de comportamiento.

5.   Fase de agotamiento habitual

Si no se trata, el agotamiento puede convertirse en parte de la vida cotidiana y acabar provocando ansiedad o depresión. También se puede empezar a experimentar una fatiga mental y física crónica que le impida trabajar. Como es lógico, esta situación laboral puede peligrar si continúa por este camino.

 

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