¿Qué elementos integran un fraude financiero?
Una persona puede cometer un fraude. En ese momento, distintos elementos están interviniendo en la voluntad misma del autor. ¿Cuáles son?
Intencionalidad
El fraude conecta con el plano de la psicología, puesto que el sujeto es autor de esa obra material que parte de una intención. Es decir, desde el punto de vista de la actitud, la persona es consciente de que su forma de obrar rompe en algún punto con alguna norma establecida. Sin embargo, a pesar de este conocimiento de la ley, obra finalmente en contra del criterio normativo.
Esta intención también está determinada por la mirada de la subjetividad y el modo en el que la persona intenta disfrazar la realidad buscando argumentos racionales con los que justificar este acto sin poner en cuestión su propia moral. Por ello, surge una doble lectura a partir de lo ocurrido. Una es la interpretación literal atendiendo a la base legal que puede hacerse de ese suceso. Y otra argumentación es aquella que conecta con la historia que el protagonista se cuenta a sí mismo en torno al desarrollo de los acontecimientos.
Motivación interna
Este concepto es genérico, sin embargo, en la particularidad de cada historia adquiere matices concretos. Es entonces cuando cobra valor la apelación a la motivación intrínseca del defraudador. Las curiosidades y anécdotas de su presente aportan luz a modo de información. Se trata de entender por qué motivo la persona ha actuado de ese modo y no de otro cuando tiene libertad para ello.
Generalmente, es alguien que tiene una preocupación financiera que le agobia con carácter de urgencia. Cuando observa su entorno directo comprueba los obstáculos y las dificultades que tiene para solucionar ese problema en un breve periodo de tiempo (con las consecuencias que pueden derivarse). Es entonces cuando en su catálogo de opciones puede comenzar a cobrar fuerza la idea de un fraude como una vía de escape ante una realidad gris.
Ocasión
Más allá de la motivación interna o de la intencionalidad que tenga el defraudador, no llegará a materializar esta acción ilícita si, realmente, no se presenta una oportunidad para hacerlo en la práctica. Ese instante en el que se da este fraude está ligado a la ocasión en sí misma.
Simulación
El fraude ejemplifica el dicho que afirma que, a veces, las cosas no son como parecen. En este caso, lo aparente tiene valor de autenticidad, ya que bajo el sustrato de esa capa superficial de realidad existe un trasfondo de engaño que causa daños a terceros. Y también a uno mismo. Así ocurre cuando el autor se arrepiente de lo que ha hecho y arrastra el sentimiento de culpa. Esta estrategia de simulación tiene efectos legales cuando se descubre el caso.
Por tanto, cuando una persona comete un fraude, arrastra consigo estos elementos en una acción que solo es posible cuando se asimila desde el punto de vista de la razón y de la voluntad. Es esta última facultad humana la que determina el paso de la teoría a la práctica.
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