Las condiciones de los préstamos para empresas
Aunque en los últimos años los bancos han concedido menos créditos a las pymes, la situación está empezando a mejorar. Lo hace de forma paralela a la incipiente reactivación económica, en parte como respuesta a un clima más confiable, y también a instancias del Banco Central Europeo, que ha obligado a las entidades bancarias a volver a abrir el grifo como impulso necesario para reactivar la economía. En efecto, el BCE ha instado a los bancos a ser más flexibles a la hora de conceder préstamos. Mario Draghi, presidente del BCE, constata el cambio de política cuando asegura que "los bancos están bajando sus tasas de interés y aumentando los volúmenes de préstamos". Este cambio de tendencia ha supuesto un aumento de solicitudes que, según los datos difundidos en el último boletín económico del Banco de España, correspondientes al primer trimestre de 2015, se observa un aumento en las solicitudes de financiación por parte de las empresas. La mejora de las condiciones con respecto a anteriores situaciones es una de las principales razones por las que se ha producido este incremento, siempre según el mismo informe. De hecho, los empresarios tienen unas necesidades especiales de crédito, distintas a las de los particulares, por lo que las condiciones de los préstamos han de adaptarse a ellas y satisfacerlas mínimamente para que resulten factibles. En este sentido, no podemos olvidar que además de los bancos, los créditos y otras soluciones financieras pueden proceder del capital privado, si bien los préstamos concedidos por entidades bancarias habitualmente son la primera opción, entre otras razones porque suelen establecer intereses más competitivos y permiten una mayor negociación.
Conceptos clave de las condiciones
Como es bien sabido, los intereses aluden a lo que cobra la entidad que concede el capital privado o el banco por el préstamo. Éste puede ser fijo o variable, y mientras en el primer caso se determina en el contrato a la firma del préstamo, el interés variable cambia cada año según lo marcado en el contrato, normalmente en referencia al euribor (referencia interbancaria a un año) más un porcentaje adicional que cargan las mismas entidades. El plazo de amortización es otro aspecto clave que hemos de vigilar a la hora de negociar las condiciones de un préstamo. Básicamente, es un plazo que se divide en mensualidades y en conjunto es el tiempo en el que existe obligación de devolución del préstamo y de los intereses. Las comisiones de apertura y cancelación son otros aspectos importantes. La primera se refiere al importe que se paga por formalizar el préstamo y suele ser un porcentaje sobre la cantidad otorgada. Por su parte, cancelar el préstamo de forma anticipada puede implicar una comisión fijada a partir de un porcentaje sobre el capital que todavía no se ha pagado. El periodo de carencia es otra condición que permite empezar a devolver el capital a partir de una fecha determinada, pero sí los intereses. Una vez transcurrido el periodo de carencia finaliza el plazo de la excepción, con lo que ya empieza a amortizarse el capital. En todo caso, más allá de lo que pueda llegar a conseguirse mediante la negociación con una entidad concreta, es importante conocer varias ofertas y prestar atención a la letra pequeña para evitar sorpresas, así como informarse bien sobre las distintas comisiones que puedan cobrarnos.
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