Inconvenientes de planear la sucesión en las empresas familiares
Las numerosas ventajas que conlleva para toda empresa familiar planificar el relevo generacional no obsta para que también existan pequeños inconvenientes que igualmente nos interesa conocer para así poder hacerles frente desde un principio.
En efecto, la planificación sucesoria ganará en eficacia si ponemos especial empeño en reforzar aquellos puntos que se consideren más débiles, si bien es cierto que demasiado a menudo éstos suelen utilizarse como excusa para retrasar o incluso no abordar el tan necesario proceso de sucesión. La planificación implica paciencia, pues llevar a cabo el proceso completo, desde que se elige al sucesor hasta que se realiza la transmisión, requiere su tiempo. Entre otros aspectos, es necesario completar una adecuada preparación del heredero, al tiempo que exige hacer un plan estratégico que facilite la transición y el inicio de una nueva etapa empresarial. De ello se deduce que esta previsión implica unos costes económicos y de inversión de tiempo importantes.
Toda sucesión implica una gran variedad de aspectos que abarcan cuestiones económicas, legales, personales y de todo tipo a lo largo de varios años, por lo que su coste supone un esfuerzo general para la empresa. Aunque luego se beneficiará de ello, según sus circunstancias y particularidades acusará inconvenientes relacionados con las siguientes áreas:
- Consumo de tiempo, dinero y esfuerzos: la inversión realizada de tiempo, dinero y esfuerzos -en análisis estratégicos de la empresa, trámites legales, formación, consultorías, intervención de profesionales, etc.- podría verse malograda por imprevistos o inadecuadas prácticas que dieran al traste con todo o parte de lo que se creía avanzado.
- Puede implicar un coste emocional: en forma de conflictos suscitados por el relevo generacional como las rencillas familiares, las suspicacias o desconfianza suscitada en socios o empleados ante los cambios que se avecinan, los agravios compartivos, etc. Aunque, por otra parte, hemos de tener en cuenta que un buen plan de sucesión persigue detectar estos problemas con el fin de prevenirlos o canalizarlos positivamente para evitar que las disputas interfieran en el negocio o incluso acaben con él.
- Anticipar problemas puede crearlos: planificar es imaginar y adelantar problemas para intentar neutralizarlos o prevenirlos en el futuro. Es así que se han de abordar temas delicados y en muchos casos considerados confidenciales, lo que exige una gran capacidad de comunicación, así como de profesionalidad y cuidado a la hora de divulgar información sensible.
- Cambio y evolución inciertos la incertidumbre forma parte d ela vida y, por otro lado, las buenas ideas no siempre son infalibles, por lo que la planificación puede resultar fallida de manera parcial o, más raramente, incluso de un modo general. No cabe duda de que el futuro es incierto, pero ese posible desperdicio de recursos tampoco invita a dejar el relevo en manos del azar.
Por arriesgado que pueda parecer llevar a cabo un proceso de sucesión, a buen seguro acabará siéndolo más no hacerlo pues, salvo excepciones, la improvisación nunca fue amiga del éxito. Y, en todo caso, a la hora de valorar los pros y los contras, el coste de no hacerlo deberá pesar de forma importante en el platillo de los inconvenientes. Si hay una cuestión en la que los expertos son unánimes es acerca de la necesidad de planificar la sucesión en la empresa familiar. Ante la duda, siempre será mejor abordar un proceso sucesorio en el que poder dar marcha atrás o rectificar en función de las circunstancias que esperar a que nos inunden los problemas cuando, muy probablemente, ya sea demasiado tarde para intentar reconducir la situación.
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