En qué consiste la técnica Pomodoro y cómo puede mejorar la productividad

Son muchos los empresarios y empleados que trabajan algunas horas extras al día. Es más, algunos siguen realizando tareas al llegar a casa. Y no solo eso, sino que son pocos los que logran resistirse a revisar el correo electrónico fuera de su jornada laboral. Aunque no lo creas, trabajar de más no es beneficioso ni para ti ni para tu empresa. De hecho, demuestra una deficiente organización personal y corporativa. Por eso, si te sientes identificado con lo que te acabamos de comentar, será mejor que recurras a alguna de las técnicas pensadas para aumentar la productividad como, por ejemplo, la técnica Pomodoro. Te hablamos de ella a continuación.
Los orígenes de la técnica Pomodoro
Esta famosa técnica fue creada por Francesco Cirillo a finales de los 80 y hoy en día sigue siendo una de las más seguidas para administrar el tiempo, aunque han surgido algunas variantes. Debe su nombre al temporizador de cocina que Cirillo utilizó cuando era estudiante universitario. Y es que este reloj tenía forma de tomate (“pomodoro” en italiano”). Su enorme éxito se debe su sencillez y a los buenos resultados que genera si se implementa de forma adecuada.
Qué se necesita para seguir la técnica Pomodoro
Una de las grandes ventajas de la técnica Pomodoro respecto a otras es que todo lo que necesitas para ponerla en práctica lo tienes a tu alcance. El elemento más importante es el reloj o temporizador. Lo mejor es que te decantes por un temporizador físico que, lógicamente, no tiene que ser un tomate. La ventaja de los temporizadores físicos es que requieren de un movimiento físico para activarlo (rotar la parte móvil), por lo que se manda una orden más clara al cerebro. Por supuesto, también influye el sonido que produce este aparato, que te permitirá estar más concentrado. Aparte del reloj, deberás contar con una hoja de tareas, que deberás rellenar al principio de cada día, y otra hoja para apuntar nuevas tareas que puedan surgir.
En qué consiste la técnica Pomodoro
Ya te hemos hablado de sus orígenes y de lo que necesitas para seguirla, así que ha llegado el momento de contarte en qué consiste. Así, la idea es dividir la jornada de trabajo en pequeñas unidades de tiempo de 25 minutos, en los que deberás dedicarte únicamente a una tarea. Cuando se haya agotado el tiempo, deberás tomar un pequeño descanso de no más de cinco minutos y volver a poner en marcha el temporizador. Cuando hayas completado cuatro unidades de tiempo, deberás hacer un descanso de unos 15 o 30 minutos. Es importante que durante los descansos no hagas nada que esté relacionado con la tarea anterior. Así, puedes levantarte y caminar, pensar en el próximo fin de semana, beber un vaso de agua…
Una de las claves de esta técnica es que fomenta que hagamos descansos breves entre periodos de tiempo, y no entre tareas. Así, el cerebro puede tomar pequeños respiros que, aunque no lo creas, son necesarios para mejorar la concentración y eliminar el estrés.
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