Seis consejos para dejar de ser workaholic
¿Te sientes constantemente presionado por tus responsabilidades corporativas? ¿Sufres episodios de ansiedad? ¿Padeces insomnio o duermes mal? ¿Comes de manera irregular e, incluso, te saltas las comidas esenciales del día? ¿Confundes tus objetivos personales y profesionales con los de la empresa en la que trabajas? Si has contestado de manera afirmativa a todas o algunas de estas preguntas, posiblemente seas un workaholic, o lo que es lo mismo, un adicto al trabajo. Por suerte, si sigues los consejos que vamos a proporcionarte a continuación podrás dejar de serlo.
Deja a un lado los objetivos
Para dejar de ser un adicto al trabajo lo primero que debes hacer es dejar a un lado tus objetivos laborales si te has dado cuenta que en los últimos tiempos éstos han sido tu única motivación en la vida. Así, es esencial que busques otras motivaciones: pasar tiempo con la familia, realizar actividades al aire libre, hacer ejercicio… Lo importante es que estas motivaciones te hagan sentir seguro y en paz contigo mismo.
Ponte límites
Por supuesto, es imprescindible que te pongas límites. Por ejemplo, es muy importante que solo trabajes hasta una hora determinada y nunca sobrepasarla. Lo más recomendable es que sea lo suficientemente pronto para que puedas tener tiempo libre antes de cenar. Además, deberás poner límites al número de tareas que aceptas.
No te lleves tareas a casa
Si trabajas fuera de casa deberás interiorizar bien este consejo. Nos referimos a no llevarse tareas a casa. Lo ideal es que nunca mezcles tu vida personal con la profesional, así que si dejas tus tareas en la oficina lograrás diferenciar entre ambos mundos.
Actividades de ocio
Como te hemos comentado antes, es buena idea que busques otras motivaciones más allá del trabajo. En este sentido, es recomendable algún hobby o actividad que aumente tus ganas de acabar de trabajar: encuentros con otras personas, realizar ejercicio, apuntarse a actividades relajantes como el yoga o el tai chi… Es más, te vendrán muy bien aquellas actividades que te obliguen a salir de la oficina o, al menos, de tu mesa de trabajo, algunos minutos al día. Puedes ir a tomar un café, mirar por la ventana, leer algún capítulo de un libro… Lo ideal es que puedas desconectar unos 20 minutos cada cierto tiempo.
Delega
Si tu puesto en la empresa te lo permite o el negocio es tuyo, es esencial que aprendas a delegar. Debes entender que para que el negocio prospere, debes ser capaz de delegar algunas tareas de las que te encargas personalmente. Por tanto, es esencial que superes tus miedos y que compartas tu carga con compañeros o subordinados. En nuestro artículo “Delegar para vivir” encontrarás algunos consejos que te ayudarán.
Desconecta
Por último, no es menos recomendable que desconectes nada más salir de la oficina o de tu puesto de trabajo. Si tienes móvil de empresa, lo ideal es que lo apagues inmediatamente. Si no lo tienes y no esperas llamadas importantes, también puedes apagar tu teléfono personal. Por supuesto, deberás evitar la tentación de mirar el correo electrónico. De hecho, deberías hacer un esfuerzo para no conectarte a Internet. Además, es importante que desconectes completamente al menos un día a la semana, algo que agradecerás.
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