La mala gestión internacional y sus estragos
En el actual contexto globalizado, las empresas están orientadas a la salida al exterior por muy distintas motivaciones, desde el deseo de crecer o de conquistar nuevos mercados que se creen idóneos para determinados productos o servicios o, como ocurre tantas veces, empujadas por una acuciante necesidad de supervivencia.
Independientemente del tamaño de la empresa y de sus razones, muchos empresarios tienen éxito en su emprendimiento y, salvo excepciones que no son sino mera anécdota, el éxito en el exterior suele llevar detrás un gran trabajo orientado a largo plazo y de forma profesional. De hecho, aunque la internacionalización es una decisión valiente, que puede verse impulsada por la cultura del riesgo, lo cierto es que un profundo conocimiento del mercado y una entrada paulatina guiada por la prudencia suelen conjurar el peligro de una mala gestión internacional.
La importancia de la autocrítica
La mala gestión internacional puede obedecer a diferentes causas, si bien lo habitual es cometer varios errores a la vez, fundamentalmente a consecuencia de un mal enfoque desde el inicio. En una suerte de efecto dominó o círculo vicioso, la gerencia errática acaba llevando a una situación caótica que a menudo es consecuencia de la falta de autocrítica. No reconocer los propios errores, sin embargo, no siempre es una cuestión de un orgullo profesional mal entendido. Muy a menudo, los fallos no se identifican simplemente porque no se tiene el conocimiento suficiente para ello y/o bien porque no se persigue la excelencia, por lo que las consecuencias pueden ser desastrosas si la mala gestión no se corrige a tiempo. En todo caso, la internacionalización de la empresa exige un previo ajuste interno para mejorar su competitividad, lo que implica una profesionalización de la misma. En este sentido, la instituacionalización de procesos y la creación y buen funcionamiento de órganos de gestión en los que se incluya asesores externos serviría de preventivo frente a ese desconocimiento y malas prácticas. Aunque, siendo justos, una mala gestión no es un atributo exclusivo de las empresas pequeñas, si bien en éstas suele darse más porque no es habitual recurrir a personal especializado. Sea como fuere, contar con ayuda experta es fundamental para que el proyecto de internacionalización sea exitoso, pues se trata de un complejo proceso en el que influyen numerosos factores. Las consecuencias de una mala gestión internacional pueden acabar provocando el cierre del negocio, en particular teniendo en cuenta que la salida al exterior supone un sobreesfuerzo para la empresa, todavía con mayor motivo si ésta es de pequeño tamaño o si ha decidido salir al exterior como huída hacia adelante y arrastraba previamente una difícil situación financiera.
Las consecuencias de una mala gestión
Las situaciones fácilmente llegarán a ser inasumibles a consecuencia de errores que provoquen caídas de facturación y el incremento de costes no contemplados, -como la doble tributación u otros problemas fiscales-, una mala gestión financiera, excedentes en la producción -en contra de lo que se pensaba, el nuevo mercado no los absorbe- o, por ejemplo, una logística inadecuada, desde un mal uso de los Incoterms hasta una inadecuada concepción y, en fin, una gestión ineficiente en cualquier otro aspecto. El camino de la internacionalización es apasionante, sin duda, pero al mismo tiempo complicado y la experiencia demuestra que cuando no se aborda un proyecto con profesionalidad suelen cometerse demasiados errores. En el caso de la internacionalización, empezar por un estudio previo del mercado mediante un plan bien elaborado y a la medida de la empresa es un requisito básico, en realidad imprescindible. A partir de él se derivarán necesidades concretas que habrá que ir satisfaciendo de forma progresiva, y si bien operar internacionalmente es asumir riesgos, éstos han de hacerse en función de las posibilidades reales de la empresa, de sus ventajas competitivas y del resultado de las acciones emprendidas.
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