El freno en el comercio internacional podría desatar una guerra de divisas

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El comercio internacional vive momentos de gran vitalidad, pero puntualmente sufre altibajos que reflejan problemas de sus actores centrales, periodos difíciles como crisis o recesiones. Esta vez, las estadísticas reflejan un agotamiento de las grandes potencias exportadoras, lo que genera presiones sobre las divisas y propicia una guerra de divisas, advierten los especialistas. En efecto, la volatilidad de los mercados y el deterioro de la economía mundial podría provocar políticas de devaluación de monedas en muchos países como una forma de ganar competitividad en el mercado global.

Las cifras han vuelto a defraudar, pues el aumento de las exportaciones en numerosos países que dependen las exportaciones para crecer no permiten hablar de repunte, afectando tanto a países que tienen superávit comercil como a aquellos otros que no lo tienen. Entre los primeros, Alemania, con el mayor superávit comercial del mundo, registró un aumento del 0,9 por ciento en el 2013, muy lejos de su media años anteriores a la crisis del 2008, que rondaba el 8 por ciento. Y China, otra superpotencia exportadora, ni siquiera alcanzó el 9 por ciento, menos de la mitad de su promedio durante el mismo periodo. 

Una débil economía mundial

El Grupo de los 20 (G20) ha manifestado su temor a que se desencadene una nueva guerra de divisas y la Organización Mundial del Comercio (OMC) corrigió a la baja su pronóstico para el crecimiento del intercambio comercial mundial: de un 5,3 por ciento previsto para 2015 se estableció en un 4 por ciento. Se espera que las autoridades monetarias de diversos países depreciarían sus monedas locales con el objetivo de reactivar sus economías. El Fondo Monetario Internacional es aún más pesimista. "La economía global es más débil de lo que habíamos esperado", dijo su directora gerente, Christine Lagarde. La entidad corregirá a la baja su  pronóstico del crecimiento para el próximo año, que había situado en un 4 por ciento, un recorte a la que se verá obligada ante el letargo comercial actual. Si bien después de la crisis hubo un breve periodo que manifestó signos de recuperación, desde el 2010 no ha logrado cumplir las expectativas, un panorama calificado por Lagarde como "decepciones en serie". Según el FMI, la desaceleración afectará sobre todo a las principales economías emergentes de Asia y a los países desarrollados de Europa, propiciando una inflación muy baja y un crecimiento anémico.

Guerra de divisas

La coyuntura no favorece la fortaleza de las divisas. Muy al contrario, el FMI teme que, en lugar de llevar a cabo las necesarias reformas estructurales, los países intenten mejorar su competitividad en el comercio exterior devaluando la moneda. En particular, se espera esta medida en los países más endeudados y con una mayor tasa de paro, si bien el clima general propicia su adopción.

Algunas economías ya están haciéndolo, como China y Corea del Sur, que mantienen la cotización de sus monedas dentro de unos márgenes que son claramente bajistas. Pero una gran guerra de divisas podría estar a la vuelta de la esquina. Mientras el dólar se fortalece, el yen y el euro se han debilitado, dentro de un contexto de gran volatilidad en el mercado de divisas. Los expertos esperan que ésta vaya a más en los próximos meses, al mismo tiempo que advierten que la guerra de divisas encubierta ya ha comenzado. 

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