El comercio internacional en cifras
Es conveniente comenzar matizando la diferenciación entre el concepto de exportación y el concepto de internacionalización. Por un lado, exportación implica la comercialización de un bien o servicio fuera del territorio nacional donde se ha producido. Se puede exportar directamente al comprador o cliente o a través de intermediarios o sucursales en el país de destino. Por otro lado, la internacionalización es un fenómeno más complejo, ya que implica trasladar parte de las infraestructuras de producción, comercialización y RRHH a dicho país de destino donde se desea ejercer la actividad. La exportación requiere de mucha menor inversión y por tanto tiene menos riesgo que la internacionalización. En la mayor parte de las ocasiones comienza dándose por accidente, ante una oportunidad nueva e imprevista. A medida que la experiencia tiene éxito, la empresa comienza a tener iniciativa en la búsqueda de nuevos mercados, y por último se decide a internacionalizarse.
Los orígenes de la internacionalización española
En España, que es una economía tradicionalmente bastante cerrada, se produjo una primera apertura al exterior por empresas que no eran familiares sino que eran antiguos monopolios; empresas privadas, bancos, telecomunicaciones, energéticas… Eran todas empresas con una determinada dimensión que plantearon en los años 80 una salida fuera. Eso lógicamente implicó una apertura a nivel de comercialización bastante considerable y un efecto de imitación por parte de otras compañías. A partir de ahí muchas otras empresas, también empresas familiares, tímidamente empezaron con una dinámica de internacionalización. Por ejemplo, el caso de Alsa. Es una empresa familiar que empezó en un mercado que quizá ahora está un poco más de moda, pero que en aquellos momentos era un mercado bastante novedoso, el asiático. No obstante, aunque las exportaciones son muy numerosas y frecuentes, la dinámica de internacionalización es algo todavía incipiente.
¿Cuestión de tamaño?
En cuanto a la relación entre empresas familiares y no familiares, aunque el tamaño no siempre es determinante, la empresa sí que debe contar con unas estructuras y una preparación determinada para poder afrontar este reto. Una compañía que ya tiene una determinada escala y dispone de una sede principal desarrollada en España se plantea otro tipo de posibilidades a la hora de salir fuera. En el otro lado, también existen empresas muy pequeñas que están internacionalizadas o que han salido al exterior. Al final, se necesita de alguna manera una empresa que actúe como elemento tractor o como locomotora de los proyectos. Con un determinado volumen de negocio, evidentemente surge la necesidad de explorar nuevos mercados. En general, y simplificando la cuestión, la economía se ha globalizado mucho, por lo que hay empresas que tiene que moverse porque sus sectores son así a nivel global y necesitan hacerlo para sobrevivir. Es el caso de las telecomunicaciones, la banca…Pero el tamaño no es necesariamente un límite para que una empresa pueda salir al exterior. Se trata más de una cuestión cultural.
La realidad de los números
El resultado de todo este contexto es que las exportaciones españolas están muy concentradas. En un 70% se destinan a mercados europeos. El factor proximidad tiene una gran influencia. El 50% de nuestras exportaciones tienen como destino Alemania o a Francia. Por un lado se trata de una cuestión de costes, por otro de minimización de riesgos. Hay menos riesgo al vender algo a un país limítrofe que si se cruza el Atlántico para hacer el negocio. La empresa opta de forma inteligente por minimizar el riesgo hasta donde se pueda. Y por lo tanto a veces la salida al exterior es porque no queda más remedio. Porque, como es lógico, los riesgos se incrementan en un porcentaje importante. Globalmente, la economía española representa solamente un 2% del producto, del PIB mundial. Evidentemente somos una economía pequeña en comparación con otros países. Las principales economías que están a nivel de exportación son China, que maneja aproximadamente dos millones de dólares anuales, seguida de Alemania con unos mil quinientos millones y tras ellas Japón y Países Bajos ya muy de lejos. Será muy difícil que España alcance esas cifras a corto o medio plazo, lo que no quiere decir que se haya observado una gran apertura de la economía española en los últimos años y que irá incrementándose en el futuro.
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